CAMINAR JUNTOS EN TIEMPOS CONVULSOS

La finalidad del Sínodo no es producir documentos, sino “hacer germinar sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, sanar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza…” (Francesc, Discurso al inicio del Sínodo dedicado a los jóvenes, 3-10-18)

Así empezó la presentación de la reunión sinodal la noche del viernes 25 de febrero en nuestra parroquia, pocas horas después de que estallara una guerra a las puertas de Europa. ¡Qué palabras tan ingenuas podrían pensar algunos¡ Una vez más el mundo se ha dejado llevar por las ansias de poder, la prepotencia, la división, el sinsentido…

Y, sin embargo, la Iglesia está aquí, presente siempre en todas las circunstancias históricas y en medio de todos los cambios sociales. Sigue en camino desde hace más de dos mil años, a pesar de sus debilidades, de sus flaquezas, de sus escándalos porque es humana—muy humana— y, sin embargo, la acompaña siempre el Espíritu Santo… Llevamos un tesoro en vasijas de barro.

La noche del 25 de febrero resonaban más que nunca los objetivos del Sínodo de la Iglesia Católica:

Comunión para escuchar y acoger, dialogar, respetar y valorar a los demás para llegar a consensos;

Participación para involucrarse, compartiendo lo que somos y lo que tenemos aprendiendo de los demás;

- Redescubrimiento de nuestra misión, viéndola bajo una nueva luz.

La noche del 25 de febrero sentimos más que nunca que el mundo necesita saber que Dios es amor, que está presente en el mundo y que se manifiesta a quien lo busca… y los cristianos como Pueblo de Dios debemos salir a su encuentro, porque Dios ha querido valerse de nosotros para ello.

Pero no podemos salir al encuentro del otro para anunciarle que Dios le ama…

…si no irradiamos alegría y nos dejamos vencer por el pesimismo;

…si nos mostramos divididos,

…si no sabemos distinguir lo fundamental de lo accesorio, y nos perdemos en discusiones;

…si no sabemos llegar a consensos;

…si todo lo dejamos en manos de los pastores;

…si nos olvidamos de los más necesitados, de los más vulnerables;

…si no encontramos tiempo para rezar;

…si no vivimos la fe en comunidad;

…si no somos capaces de adaptarnos a los tiempos sin dejar de ser fieles al Evangelio;

En definitiva, si no sabemos reconocer cada día la novedad del Evangelio.

El papa Francisco ha lanzado una propuesta valiente: Quiere escuchar al Pueblo de Dios, aunque quizás se lleguen a decir cosas que puedan resultar dolorosas.

Y todos estamos llamados a participar en esta iniciativa.

¡Ojalá los frutos del Sínodo ayuden a la Iglesia a iluminar al mundo en tiempos convulsos!

Pilar Ballester

Sant-Andreu-Paolomar

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