Este es el lema de Acción Católica General (ACG) para su IV Asamblea y Encuentro de laicos de parroquias, que se ha celebrado entre el 21 y el 24 de julio en Barcelona con la participación de laicos y sacerdotes de más de 40 diócesis y con la presencia de algunos de sus obispos. Se han reunido unas mil personas en el Colegio de La Salle-Bonanova, algunas de ellas miembros de nuestra comunidad parroquial, de nuestro arciprestazgo y también jóvenes. Daba gozo ver la dimensión y la diversidad de nuestra familia cristiana.
El jueves, en el acto inaugural, con mucho sentido del humor y mucho sentido catequético, explicaron el lema. Lo hicieron dando respuesta a las preguntas fundamentales: ¿Qué? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo?
¿Qué tenemos que anunciar? El Kerigma o anuncio de la Buena Noticia. Tenemos que anunciar a Dios, que es Padre, que nos da su amor, que nos regala a Jesús, su Hijo, que es Luz, es el camino, es nuestro salvavidas. Que por otro lado, nos regala el Espíritu Santo que es el “wifi” que nos permite comunicarnos con el Padre y el Hijo, y sentir su Amor que nos empuja a amar a los demás.
¿Quién tiene que anunciarlo? Este anuncio es la misión de todos los bautizados, de todas las edades. Todos nosotros, pues, hemos recibido el encargo del mismo Jesús: “Les dijo: - Id por todo el mundo y anunciad la Buena Nueva del Evangelio a toda la Humanidad” (Mt 16, 15)
¿Dónde se tiene que anunciar? Por todas partes, en la parroquia y también por la calle, en la escuela o en el trabajo, en la comunidad de vecinos, en el barrio o pueblo. Especialmente donde están los más pobres, los más desfavorecidos, los preferidos de Jesús. Sobre todo, aquellos que no lo conocen y necesitan saber que Él les ama.
¿Cómo tenemos que hacerlo? Como dice el lema: Con obras y con palabras. Con nuestras acciones, en nuestro día a día, sabiendo que todo lo que hagamos lo haremos con el Señor a nuestro lado, con el amor y la alegría que eso comporta. También dando razón de nuestra fe, explicando y compartiendo la fuente de Vida, que es Jesús y la Palabra. Y sin olvidarnos de nuestro alimento para tener fuerzas renovadas: la Eucaristía.
¿Cuándo? Siempre. 24 horas al día. 365 días al año. Porque esta es la misión a la que estamos llamados. Ya que nos sabemos afortunados de haber recibido el gran regalo que es el Amor del Padre, no podemos hacer otra cosa que compartirlo con los demás, con todo el mundo.
El viernes por la mañana se hicieron talleres por edades (niños, jóvenes y adultos) con testimonios sobre ANUNCIAR CON OBRAS y después hubo unos momentos para compartir. Por la tarde se trabajó sobre ANUNCIAR CON PALABRAS. Los adultos, por ejemplo, tuvieron una mesa redonda con diferentes personas vinculadas a la ACG en diferentes ámbitos. Al acabar, tuvieron tiempo para debatir y votar las líneas de futuro para los cuatro próximos años por edade, y concluyeron con una misa a la Sagrada Familia.
El sábado se profundizó en cómo podemos SER TESTIGOS DE DIOS en el mundo. La dinámica de jóvenes, por ejemplo, fue muy lúdica y se intentó mostrar compromisos concretos en diferentes ámbitos del día a día: escuela, familia, amigos, comunidad… desde el dónde, el cómo y el cuándo. También se concluyó el trabajo con una eucaristía por edades. La tarde fue en clave interna de la ACG, se hizo una síntesis con vídeos y testimonios del trabajo realizado hasta entonces y, después, se hicieron votaciones para decidir la renovación de la presidencia y el cambio de algún cargo con el reconocimiento pertinente y agradecido a quien marchaba. Se aprobaron los objetivos de la ACG para los próximos años, que sobre los pilares de la espiritualidad, la misión, la formación y la organización son: “Desde las parroquias, hacer posible que otros se encuentren con Jesús e impulsar compromisos personales y comunitarios que transformen la vida de las personas que tenemos a nuestro alrededor, poniendo especial atención a los pobres.”
El domingo celebró la misa de envío en Santa María del Mar, después, cada uno de los participantes volvió a su parroquia con la ilusión renovada y con ideas nuevas sobre cómo llevar a término la misión a que estamos llamados todos los cristianos: Anunciar el Evangelio de Jesús.
