Tú, ¿en qué crees?

Acudí a dos de estos encuentros por consejo del mosén de la parroquia, Toni Roman, después de exponerle mi interés por confirmarme.

Para poner en contexto, tengo treinta años y he vuelto recientemente a la fe, después de un largo proceso vivido principalmente a través de la reflexión y lectura de textos diversos, completamente en solitario. Además, soy relativamente nuevo en el barrio, y solo había acudido tímidamente a contadas celebraciones litúrgicas (las de Semana Santa, principalmente) en la parroquia de Sant Andreu. De este modo, solicité la Confirmación como forma de volver al rebaño (por decirlo de alguna manera).

En primer lugar, el contenido de las charlas me pareció interesante, puesto que a pesar de que yo me he formado en el mundo de la religión por mi cuenta, lo había hecho con lecturas “secundarias” e interpretaciones de autores bastante sólidos, pero demasiado complejas (principalmente místicos), había dejado un poco de lado en este aprendizaje directo basado en la fuente primaria (el Evangelio), la figura y mensaje de Jesús y el encuentro con la comunidad. Por eso, el libro de Lligades, la exposición del mismo y las conversaciones posteriores me parecieron muy interesantes. Sobre todo, esto último, puesto que durante las sesiones surgieron debates interesantes, posiciones diferentes sobre la experiencia de la fe, y cómo cada cual la vive a su manera. Se pudo ver cómo para algunos la experiencia se basaba más en cómo viven la presencia de Dios en su vida; para otros se basaba en la alegría de la fe y en su transmisión, y para otros, en qué aportan las enseñanzas del Evangelio en su vida cotidiana.

Por eso, el libro de Lligades, la exposición del mismo y las conversaciones posteriores me parecieron muy interesantes. Sobre todo, esto último, puesto que durante las sesiones surgieron debates interesantes, posiciones diferentes sobre la experiencia de la fe, y cómo cada cual la vive a su manera. Se pudo ver cómo para algunos la experiencia se basaba más en cómo viven la presencia de Dios en su vida; para otros se basaba en la alegría de la fe y en su transmisión, y para otros, en qué aportan las enseñanzas del Evangelio en su vida cotidiana.

También se pusieron en diálogo diferentes visiones de lo que es el cristianismo, qué se la Iglesia, y cómo tiene que ser la relación de la fe y de la institución con el mundo moderno. En este aspecto se explicitó por parte de la audiencia la necesidad de una mayor adaptación de la Iglesia a varios aspectos del mundo moderno, para no quedar atrás en el cambio social. Un mundo moderno, en esto coincidimos la mayoría, que ha pasado de la hostilidad a la religión, propia del siglo XX, al simple desinterés respeto las cuestiones espirituales.

Sobre la Iglesia el sentir mayoritario fue que la Iglesia tiene todavía un papel que cumplir, se han cometido y se cometen errores que hacen comprensible la visión negativa por parte de la sociedad, y, en general, dentro de lo posible hay que criticarlo para la propia mejora de la institución y de la comunidad cristiana. No obstante, en este sentido me quedo con un comentario al respecto de este tema durante el debate, a veces también en la hora de hacer la crítica: la Iglesia, al fin y al cabo, está formada por personas y estas cometen errores.

En definitiva, me pareció un espacio de encuentro cálido y provechoso para reflexionar sobre la propia fe, sobre la propia religión que ahora me sostiene y para definirla (si es que se posible definir un fenómeno tan complejo) en relación con la visión de los demás.

José Miguel

Sant-Andreu-Paolomar

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